INVENTOS E INVENTORES: Historia de los inventos: La electricidad - 1ª parte

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Inventos e inventores

HISTORIA DE LOS INVENTOS

Fuente: Revista "Sucesos"

La electricidad - 1ª parte


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Introducción

n investigador anónimo descubrió hace siglos la fuerza que se desprendía al frotar el ámbar, desde entonces hasta hoy la electricidad cambió fundamentalmente el medio en que vive el hombre.

Hasta hace muy pocos siglos, la electricidad era algo absolutamente inconcebible. No era sólo que estuviera por descubrirse el ilimitado campo de su aplicación práctica, sino que simplemente el ser humano no podía imaginarse que una cosa que no era ni líquida, ni sólida, ni gaseosa, que no ocupaba ningún lugar en el espacio y que no se podía ver ni tocar, pudiera constituir, sin embargo, un elemento normal de la naturaleza. Habían sido observadas sus manifestaciones naturales, como la fuerza del rayo y las descargas producidas por ciertos peces. A lo sumo se había constatado la casi imperceptible atracción que ejerce el ámbar sobre trozos de tela o papel. Y nada más. Se ignoraba que todos aquellos fenómenos eran distintas manifestaciones de un solo poderoso agente, la electricidad, que debidamente aprovechado estaba destinado a cambiar la faz del mundo.

Alejandro Volta
Alejandro Volta

La época de los "eléctricos"

Los efectos eléctricos empezaron a ser conocidos ya en la Antigüedad. Los griegos fueron los primeros en comprobar la propiedad del ámbar amarillo, frotado, de atraer los cuerpos ligeros, y de la palabra "elektron", en griego, ámbar amarillo, procedió el nombre de esta singular forma de energía.

Posteriormente, los romanos ensayaron los primeros métodos de electroterapia de la historia, sumergiendo a los paralíticos en lagunas con abundancia de peces eléctricos, a fin de que los inválidos recibieran sus descargas, las que consideraban benéficas. Más tarde se comprobó que otros cuerpos, como la piedra imán, el vidrio, la resina, el diamante y el cuarzo, tenían fuerza de atracción semejante a la del ámbar.

Pero tuvieron que transcurrir muchos siglos para que se buscara una explicación racional de aquellos fenómenos. La única interpretación que se dio al respecto en la Antigüedad correspondió a Tales de Mileto, que, a su modo, ofreció una verdadera hipótesis científica, al afirmar: "estas substancias encierran alma, están vivas, puesto que pueden atraer hacia si materias inanimadas, como mediante una aspiración del soplo".

Pero ni la civilización griega ni la romana, ni luego el mundo de la Edad Media contribuyeron de manera importante a la comprensión de la electricidad y del magnetismo, a pesar de que sus poderes de atracción continuaron interesando esporádicamente a los eruditos y divirtiendo o atemorizando a los ignorantes.

El estudio científico de la electricidad se inició recién en el siglo XVII, cuando varios investigadores dieron importantes pasos, que conducirían más tarde al dominio de aquella desconocida fuerza. En 1600, William Gilbert, médico privado de la reina Isabel I de Gran Bretaña, publicó un tratado en latín titulado "De Magnete, Magneticusque Corporibus", en el que abordaba el magnetismo y las propiedades de atracción del ámbar y de otras substancias dotadas de su misma, particularidad, a las que llamó "eléctricos". La obra, que fue leída por todos los sabios europeos de la época, tuvo una enormes influencia, ya que consiguió despertar la atención del hombre hacia el fenómeno eléctrico.

William Gilbert fue uno de los primeros en experimentar con la electrostática y el magnetismo
William Gilbert fue uno de los primeros en experimentar con la electrostática y el magnetismo

En todas partes los investigadores se dieron a la tarea de frotar diversos "eléctricos" y observar atentamente lo que ocurría. Un jesuita italiano, Niccola Cabeo, descubrió que los cuerpos cargados, unas veces atraen y otras repelen. Otto von Guericke llegó más lejos, y en 1660 construyó la primera máquina que haya generado una carga eléctrica, la cual consistía, en esencia, en una gran bola de azufre, a la que se imprimía un rápido movimiento de rotación. Las manos, aplicadas contra la bola, producían una carga mucho mayor que el frotamiento tradicional hecho hasta entonces.

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